miércoles, 2 de marzo de 2011

UN MAR QUE PIERDE ESPERANZA


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El precio del libro es de 5 euros más gastos de envío (aprox. 3 euros, España)


POÉTICA DE EDITH CHECA COMO INTRODUCCIÓN AL LIBRO

El gran poeta Rafael Pérez Estrada escribió: “LO VI TAN ALEGRE y seguro que no pude contenerme: ¡Usted no está en condiciones de escribir poesía!” Me gusta la frase porque parece que está hecha para mí, ahora vivo de otra forma y escribo poca poesía, al menos mi poesía de siempre. Para crear mis poemas necesito entrar en un estado de melancolía que ya no tengo, ¡ni quiero tener! Sin embargo, he encontrado la fórmula para reconciliarme con los versos, he inventado un truco que empieza a darme resultados. Ahora comienzo a escribir, como dijo Colinas, “como quien llora de plenitud saciado”. Pero ese libro se publicará dentro de algún tiempo.

Os invito a leer algunos poemas.

Tu amor por mí es una vieja agracera
cuyo fruto nunca llegará a madurar.
Sin embargo, bajo mis cepas,
milagrosos cultivos en desérticos eriales de desesperanza,
hay siempre alorques en los que la lluvia se hace huésped
y alimenta las raíces de este alma, gorrión sin trino,
en la interminable sequía de las noches.
Y no soy, como tú, vieja agracera,
soy vid vigorosa y trepadora,
y mis vástagos se extienden nudosos
hacia cualquier lugar del que me llames.
Pero no llamas.

Están los sarmientos de mis cepas,
plagados de risas, palabras, versos y caricias
arracimados e intactos a la espera del vendimiador
de vientos y atardeceres.
¡Comienza ya a vendimiar uvas de mis parrales!.
han madurado, brillan como el oro del crepúsculo.
Ven a mi viña, pasea por ella, huele, acaricia
y recolecta.
Pero no recolectas.

Yo conozco las uvas de mi majuelo tienen algo de cabrieles
de mantua, de mollar,
serán miel y caramelo en tu boca.
Pero no vienes.

Tu amor por mí es una vieja agracera
cuyo fruto nunca llegará a madurar.
Ven pues como amigo a arropar mis viñas,
a abrigar las raíces
de mis cepas envejecidas,
porque quiero llegar a ser,
para mí misma, un buen vino.

Hay tardes que tienen gris la mirada,
en ellas, las preguntas solo obtienen
silencio.
Un mutismo perseverante está cincelando
la piel de ausente reencuentro
tan fácil como si fuera de cera.
Hay pájaros, en esta tarde, que emiten cantos
y se sumergen en la bruma
que ya intuíamos llegar.
Hay palabras que regresan de sus nidos
y nos llevan a la noche,
a la noche.
Esta tarde tiene gris la mirada,
se está llenando de sombras,
y no me deja hacer preguntas.

Desgarra el sonido de otro arpegio
como una espada cortando nubes
en el vientre del pájaro de algodón,

dulce planeador de paramos.

Desconecta la idea de ti.

Nada sin mí, interno debate,
dolorido encuentro de guitarras
en la árida llanura de la desnudez,
límpida conciencia de nada
sobre un todo efímero.

Andar y olvidarse.

Que no callen las guitarras
Que no dejen de cantar los mirlos
Que el sol siga acariciando a la luna

y ella bese a la noche en la que perdimos la inocencia.


Aquí, ahora.

Dulce planeador de páramos

que en el vientre del pájaro de algodón

como una espada cortando nubes

desgarras el sonido de otro arpegio

mientras me voy.

Se desmoronó la aurora
de tanto inventarla,
Ahora no llueve violeta
sobre la laguna espejo
llueven chorreones de insolencia
en los cristales de una casa embarrada
en la que los inquilinos son huéspedes
de tan sólo una cita
para recordar los sueños incumplidos.

Se desmoronó la cita
de tanto soñarla
Ahora no besa la aurora
el perfil malva de la laguna
ni la espera crea mariposas
en el tacto de los sentidos.
La espera se hace larga, larga,
como raíles que recorrimos

crédulos de infinitud.


Se desmoronó el tacto
de tanto desearlo
Ahora no tocan violines cuando suena una caricia,
ni hay manos que puedan mecer nuestros besos,
ni besos que puedan avivar la apagada ternura.


El mundo ha volcado su mercancía
Y el mar,
bocabajo,
llora
Y nos moja azul.

A Alfonsina Storni

Devaneo en los infiernos
sobre el acantilado de los suicidas,
mientras miro el mar excelso y laminado
de desdichas y poemas,
de despedidas y recuerdos.
Un mar que es calendario de una vida,
de muchas vidas,
y que pasa las hojas,
como pasan las horas,
como pasan los días,
como pasan las olas
ondulando el horizonte.
Y se ríe, ronco, como un demonio escarlata
que adivinara el salto del Último Adagio
en el hundimiento de cada Titanic.
Y se ríe, tierno, como un ángel azul
que se sabe acogedor de los que huyen
del país de las decepciones.

Es un mar que pierde esperanza por algún desagüe
que llega al infierno del miedo.

San Michele, la isla cementerio.


Una góndola de ébano se acerca a la isla.
El oleaje, tímido, casi ausente, coopera en la tardanza.
Se acerca lenta -góndola de ébano-
y en el aire dormido, espeso de pena,
Stravinski despierta y aprisiona recuerdos
del nuevo viajero en cada nota esparcida en la niebla.
Una nube de ángeles suspiran
e invitan al mar al eterno balanceo.
Y la góndola y su viajero se acercan.
a la isla mas solitaria,
y la más poblada.
Viven en ella retazos de memorias,
infinitas memorias apenas compartidas,
froidianos sueños quebrados en el fin de cada tiempo.
Deseos, anhelos, secretos,
sembrada está de flores de melancolía.
La góndola negra se acerca
y la isla levanta su falsa frontera
con cipreses, un anillo de cipreses
vulnerables que flanquean
la entrada sin oponer resistencia.
Se acerca la góndola de ébano a la isla,
la más solitaria,
la isla mas poblada,
la nada, la muerte.

A Richard, por encontrarme.

CITARNOS EN LOS SUEÑOS

No pude olvidar que fuiste la entrega
de un pecho herido de gorrión sin esperanza
en nuestra historia por décadas sellada.
Ni olvidé tus ojos y tu risapara escribir este amor de papel
en un libro de arena albero enamorado.
Ni olvidé cómo crece un poema

desde este lado del susurro,

secreto calendario de besos clandestinos.
Ni olvidé que puede amarse en la distancia

si prometemos citarnos en los sueños.

Recuerda amor, hoy es tarde de gaviotas.
El cielo es gris y me roza una brisa húmeda
que hace presente el mar, tan lejano.
La luz juega sobre los árboles
y leo entre las hojas- como se lee entre líneas-
que añoras la risa en el espejo,
y mis pies sobre los tuyos,
y esa danza de amor que hemos inventado
para unir los troncos a la deriva que fuimos
cuando sólo tú me amabas.

Ayer fue tarde de ruiseñores.
El cielo era azul y nos rozaba la brisa
que insuflaban los ángeles que nos han unido.
Me besabas como besaría Dios para dar vida,
y mezclamos tu presente y el mío
entrelazando besos y nuestra alma
tras las columnas de la mezquita.
Y hasta los naranjos se sintieron amados.

Mañana será tarde de golondrinas

y construiremos el nido con los anhelos
desgranados en los sueños.
Será tarde de cisnes

y dibujaremos la estela en paralelo
de nuestro navegar juntos.
Será tarde de mirlos

y jugaremos a hacernos preguntas
cuya respuesta por fin
nos hemos dado.

1 comentario:

  1. Hola Edith, buenos dias>
    Llego a tu mundo literario de la mano de una de mis admiradas poetas, Ángeles Fernangómez y me he quedado de sorprendida de tanta belleza y de que compartimos una amiga com'un ConSol Buendia.
    Te invito a que visites mi blog y me digas si me das permiso para grabar unos versos tuyos y hacer que te conozcan mis amigos. He elegido _Hay tardes que tienen gris la mirada_ Aunque no s'e si es el titulo del poema. Perdona mi manera rara de escribir pero tengo un teclado ingl'es {es una larga historia}... jejeje
    Bueno, espero tu respuesta.
    Un abrazo c'alido.

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